La noche de San Juan: fuego, mitos, ritos y buena suerte
El solsticio de verano viene cada año acompañado de sueños, leyendas y buena suerte. Tras la noche de San Juan del pasado 23 de junio, reflexionamos sobre las diferentes leyendas que rozan la mágica isla de Ibiza. El fuego y el mar juegan un papel decisivo en cada una de las historias que dan carácter místico a esta isla blanca.
La noche de San Juan: mitos y ritos
Cada 23 de junio, cada pueblo recoge un montón de leña para prenderle fuego sobre la medianoche. San Juan es el pueblo homónimo de la festividad y centro de estas hogueras. Allí, se preparan hogueras pequeñas que han de ser saltadas para poder tener un año entero de buena suerte. Sin embargo, no solo se salta el fuego durante la noche de San Juan. También saltar las olas del mar puede traer la mejor de las suertes. El truco en ambos casos está en saltar un número impar de veces sobre las hogueras o las olas.

Las fogatas se encienden en fila, de forma que la carrera de la suerte pasa por encima de ellas.
También es la noche en la que toca ir a pasear a lo largo del Río de Santa Eulalia. Se dice que cerca del río nacerá una pequeña planta, futuro fameliar. Quien tenga la suerte de encontrar la planta y podérsela llevar, verá crecer ese pequeño gnomo. Cabe decir, que éste solo quiere “trabajo o comida”. Trabajador como su fama le precede, se dice que esta figura es muy rápida con todas las tareas que se le encomiendan. No hay mal que por bien no venga, pues el fameliar se aburre rápido cuando no tiene trabajo. Entonces, rápidamente se busca algo para comer. Una vez éste ha probado la comida, nunca dejará de comer hasta dejar a los dueños con la dispensa vacía.
Como detalle, el S’Argamassa Palace se encuentra tan solo a unos 20 minutos en coche del pueblo de San Juan.

Estatua del fameliar, en pleno paseo de S’Alamera (Santa Eulària de’s Riu).
La noche de San Juan: un sentimiento de comunidad
Este festejo es especial para toda la gente de la isla. Así, se aprovecha la noche del solsticio para celebrar la llegada del verano. Formar parte de la isla significa sentir muy a dentro todas las tradiciones que arraigan el espíritu en esta tierra roja. Parece que el mundo se para delante de las hogueras. Allí, y por unos instantes, el fuego da calor no solo a la piel sino también al alma. Parece ser que no se ha perdido la esencia de la hoguera, que acompaña al ser humano desde sus tiempos remotos de cavernas. En sus inicios, las hogueras eran el punto de encuentro y sentirse en comunidad, cosa que no parece haber cambiado mucho.
El desolador recuerdo del fuego de Morna (2011)
En el año 2011 hubo el gran fuego de Morna que destruyó 1500 hectáreas de bosque al norte de la isla. Durante ese año y posteriores se vetaron los fuegos que se hacían durante las festividades de la noche de San Juan. Quienes vivieron la catástrofe de ese 2011, siguen recordando cada año como las llamas engullían kilómetros de bosque. Muchas personas residentes aún sienten un escalofrío al recordarlo mientras festejan, con cierto dolor melancólico entre las costillas, la noche de San Juan.

Helicóptero sobrevolando las feraces llamas en pleno fuego de Morna.
H. A. Cobin